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La vergonzosa situación de uno de los afluentes del Tajo: espuma, metales y mucha porquería

El diario El País se hace eco este lunes de la situación límite por la que pasa el río Jarama, uno de los principales afluentes del Tajo. Las imágenes que les mostramos, que publica el citado periódico, hablan por sí mismas.




“Hace semanas que se forman grandes acumulaciones de espuma en la Presa del Rey (en la localidad madrileña de Rivas-Vaciamadrid) porque el agua no se depura bien y hay vertidos industriales”, asegura Darío Meliá, que pertenece a la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono (ARBA).

Según este ecologista, Madrid —de donde procede gran parte del caudal del Jarama a través de los ríos Manzanares y Henares— no cuenta con un sistema de saneamiento diferenciado para aguas pluviales y fecales, y ambas se mezclan en el mismo recorrido: “Los agricultores de esta zona, medio en broma medio en serio, dicen que sus tierras no necesitan fertilizantes con este regadío que tienen”.

A la queja de ARBA, que lleva años protestando junto a Ecologistas en Acción, El Soto y el Grupo de Acción para el Medio Ambiente (GRAMA), se le ha sumado esta semana la de los Ayuntamientos de Coslada, Alcalá de Henares, San Fernando, Rivas, Torrejón de Ardoz y Chiloeches, que han pedido una reunión con el presidente de la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT) para tratar el mal estado de los ríos Jarama y Henares. 

La propia CHT, por su parte, ha respondido a El País mediante correo electrónico diciendo que la calidad del río Jarama a su llegada a la Presa del Rey tiene un “estado ecológico malo y un estado químico bueno”, y que aguas abajo el “estado ecológico es deficiente y el químico bueno”.


Metales que pueden resultar cancerígenos

El Esquema de Temas Importantes de la Confederación Hidrográfica del Tajo del año 2010 recoge la abundancia de algunos elementos químicos como el fósforo, el amonio o el lindano en varios puntos de la ribera. Según la plataforma Jarama Vivo, los excesos de metales pesados como el plomo o el cromo pueden resultar cancerígenos si se consumen de forma prolongada. “Ya en mayo de 2001 publicamos un informe en el que mostrábamos las altas concentraciones de estos elementos, pero nadie nos hizo caso”, recuerda Antonio Martínez, miembro de la asociación ecologista El Soto.

En la ribera del Jarama, por donde pasean centenares de ciclistas los fines de semana, la situación empeora cuando hay lluvias o tormentas y el río sufre crecidas. Meliá recuerda ver ambas orillas llenas de toallitas, compresas y demás papeles que alcanzan el río a pesar de las depuradoras: “No tienen suficiente capacidad para sanear el agua cuando hay un exceso, y parte de ella llega al cauce sucia. Lo peor es que estos residuos permanecen a ambos lados del lecho durante mucho tiempo”.
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